13 junio 2014

Exponentes del Futurismo

Aldo Palazzeschi

Nacio en Florencia, el 2 de febrero de 1885. Fue el seudónimo de Aldo Giurlani, un novelista, poeta, periodista y ensayista italiano.

Creció en el seno de una familia burguesa acomodada, y estudió contaduría y actuación antes de publicar su primer libro de poesía, "I cavalli bianchi" (en español, Los caballos blancos) en 1905 usando el apellido de su abuela materna como seudónimo. Después de conocer a Filippo Tommaso Marinetti, se convirtió en un ferviente futurista. Sin embargo, nunca se sintió completamente identificado ideológicamente con el movimiento y se separó del grupo cuando Italia entró en la Primera Guerra Mundial, a la cual se opuso. Su "período futurista" (la década de 1910) fue muy próspero para su carrera, ya que durante el mismo publicó una serie de libros que establecieron su reputación. La más notable de sus obras de la época es la novela "Il codice di Perelà", publicada en 1911.

Durante el período de entreguerras, su productividad disminuyó, ya que se dedicó más al periodismo y a otras actividades. También, destacó como anti fascista. Regresó a la escritura con una serie de novelas publicadas a finales de la década de 1960 y principios de los años 1970 que le aseguraron su posición en el mundo literario vanguardista de posguerra.

Falleció en 1974 en su departamento en Roma, el 17 de agosto. En la actualidad se lo considera una figura influyente sobre los escritores italianos modernos, especialmente sobre los neovanguardistas en prosa y verso. Su obra es reconocida por sus "elementos grotescos y fantásticos".

Ardengo Soffici

Nació el 7 de abril de 1879 y fue un escritor y pintor italiano.

Soffici era miembro de una familia de agricultores que en la primavera de 1893 se trasladó Florencia por problemas económicos, para evitar la ruina. Tuvo entonces que interrumpir sus estudios, enfocados hacia el arte y sólo indirectamente hacia la literatura, para comenzar a trabajar en el despacho de un abogado florentino. No obstante, entabló relación con un grupo de artistas jóvenes que se movían en torno a la Academia de Bellas Artes de la ciudad y a la Escuela del Desnudo de Giovanni Fattori y Telemaco Signorini.

Tras la muerte de su padre se trasladó a París, en donde comenzó a trabajar como ilustrador, un empleo mal pagado que le hace llevar una vida de estrecheces. Allí conoce a Giovanni Vailati, Mario Calderoni y Giovanni Papini con el que mantendrá una estrecha amistad cuando regresen a Italia.

En este período parisino, Soffici se relacionó también con Guillaume Apollinaire, Pablo Picasso y Max Jacob, se formó como escritor y publicó numerosos artículos en las revistas "La pluma" y "La Europa artista”.

De regreso en Italia, gracias a su amistad con Papini, comenzó a publicar críticas de arte en la revista La Voce, fundada por éste en 1908. Participa entonces activamente en las polémicas intelectuales de la época sobre el idealismo, el materialismo, el espiritualismo, el romanticismo, el futurismo, el clasicismo y el modernismo.

En 1913 Soffici funda la revista “Lacerba” gracias a las encuentros con otros artistas en el más importante cafe' literario de Italia, el Giubbe Rosse. De este período son sus obras más significativas y también las más polémicas.

Cuando estalla la guerra, que Soffici ha defendido con fuerza como reacción contra la Kultur germánica, a la que considera una amenaza mortal para la humanidad, el escritor se enrola voluntario, participa en varios combates, resulta herido y se le concede una condecoración.

De esta experiencia surge un “Diario de combate” (1918) y de la experiencia siguiente, como oficial adscrito a la sección de propaganda del Ejército en 1917, “La retirada de Friuli”, que publicará en 1919.

Terminada la guerra, Soffici colabora en "El pueblo de Italia", el "Corriere della sera" y "Galleria".

Con el paso del tiempo, se va manifestando un cambio en Soffici. El hombre que había dado a conocer en Florencia a Cézanne, el cubismo, Apollinaire, y que había expresado su entusiasmo por Rimbaud, se pliega en un estilo decoroso y clásico y se adhiere a la política fascista. Muere el 12 de agosto de 1964.

Corrado Govoni


(1884-1965). Fue un poeta italiano, miembro del grupo Crepusculari, una de las mayores influencias de los poetas del futurismo. A pesar del maquinismo de los futuristas, la poesía de Govoni, en palabras de Mario Bojórquez, “conservará siempre un interés bucólico y rural”.

Poemas: 


Cerca

Al olor cruel
que viene de la espina de la cerca
tu sangre amarga el amor,
y se vuelven tus ojos
una terrible luz pulsada.

Sobre tu estatua que camina
aprendo un nuevo camino en el viento
y en vano golpeo mis palabras
como gotas de rocío de mi turbación.

Ruego a la hierba de la orilla que venga a tu encuentro
como la lámpara envenenada del alcatraz
para hacer sufrir a tu boca roja.

.
Siepe

All’odore crudele
che viene dalle spine della siepe
il tuo sangue amareggia l’amore,
e ti diventan gli occhi
una luce cattiva pigiata.

Sulla tua statua che cammina
aprendo una nuova strada nel vento
invano battono le mie parole
come gocce di rugiada da me scossa.

Prego l’erba dell’argine ti venga incontro
come la lampada avvelenata del gigaro
per far soffrire la tua bocca rossa.

De Pellegrino d’amore en Poeti italiani del Novecento, Mondadori, Milano, 1990, 1098 pp.


Las cosas que hacen el domingo

El olor caliente del pan que se cuece en el horno.
El canto del gallo en el gallinero.
El gorjeo del canario en la ventana.
El golpe del balde contra el pozo y el chirriar de la polea.
La ropa tendida en el prado.
El sol en el umbral.
El mantel nuevo en la mesa.
Los espejos en los cuartos.
Las flores en los vasos.
El vagabundo que hace llorar su armónica.
El grito del deshollinador.
La limosna.
La nieve.
El canal congelado.
Las muchachas vestidas de negro.
La comunicadora.
El sonido blanco y negro del piano.
Las monjas blancas vendadas como heridas.
Los sacerdotes negros.
Los hospitalizados grises.
El azul del cielo sereno.
El paseo de los amantes.
El paseo de los enfermos.
El rebaño de los árboles.
Los gatos blancos contra el vidrio.
El girar de la rosa de los vientos.
El batir de las ventanas y de las puertas.
Las cáscaras de oro de las naranjas sobre el pavimento.
Los niños que juegan con la llanta en la avenida.
La fuente abierta en el jardín.
Los aquilones liberados sobre las casas.
Los soldados que hacen la maniobra azul.
Los caballos que golpean sus cascos contra las piedras.
La muchacha que vende las violetas.
El pavo real que abre su cola por encima de la escalera roja.
Las palomas que zurean sobre el techo.
Los almendros que florecen en el convento.
Los laureles rosados en el vestíbulo.
Las cortinas blancas que se mueven al viento.


Le cose che fanno la domenica

L’odore caldo del pane che si cuoce dentro il forno.
Il canto del gallo nel pollaio.
Il gorgheggio dei canarini alle finestre.
L’urto dei secchi contro il pozzo e il cigolìo della puleggia.
La biancheria distesa nel prato.
Il sole sulle soglie.
La tovaglia nuova nella tavola.
Gli specchi nelle camere.
I fiori nei bicchieri.
Il girovago che fa piangere la sua armonica.
Il grido dello spazzacamino.
L’elemosina.
La neve.
Il canale gelato.
Il suono delle campane.
Le donne vestite di nero.
Le comunicanti.
Il suono bianco e nero del pianoforte.
Le suore bianche bendate come ferite.
I preti neri.
I ricoverati grigi.
L’azzurro del cielo sereno.
Le passeggiate degli amanti.
Le passeggiate dei malati.
Lo stormire degli alberi.
I gatti bianchi contro i vetri.
Il prillare delle rosse ventarole.
Lo sbattere delle finestre e delle porte.
Le bucce d’oro degli aranci sul selciato.
I bambini che giuocano nei viali al cerchio.
Le fontane aperte nei giardini.
Gli aquiloni librati sulle case.
I soldati che fanno la manovra azzurra.
I cavalli che scalpitano sulle pietre.
Le fanciulle che vendono le viole.
Il pavone che apre la ruota sopra la scalèa rossa.
Le colombe che tubano sul tetto.
I mandorli fioriti nel convento.
Gli oleandri rosei nei vestibuli.
Le tendine bianche che si muovono al vento.

De Gli Aborti, en Poeti italiani del Novecento, Mondadori, Milano, 1990, 1098 pp.

Analisis del Futurismo

En 1912, con el Manifiesto técnico de la literatura futurista, Marinetti apuntó como medio específico de expresión literaria las «palabras en libertad», que eran capaces de traducir, por analogía y sugestión, los mecanismos psíquicos y el frenesí de la vida moderna. Esto comportaba la abolición de la sintaxis, de la puntuación, de las partes calificativas del discurso (adjetivos, adverbios). Las nuevas teorías se aplicaron también a la pintura (1910; Primer y segundo manifiesto de la pintura futurista, firmados por Balla, Boccioni, Carrá y Russolo), a la música (1910; Manifiesto de los músicos futuristas, firmado por Pratella), a la escultura (1912; Manifiesto de Boccioni, en el que se afirma que la escultura debe convertir el infinito plástico aparente y el infinito plástico interior), al teatro (1915; Manifiesto del teatro futurista sintético, firmado por Marinetti y Settimelli, y Manifiesto de la escenografía futurista, firmado por Prampolini).

Esta gran cantidad de programas revela una exasperada proyección hacia el futuro; y si por un lado expresa la voluntad de romper con la tradición, por el otro demuestra una cierta incapacidad de realizarse en formas menos hipotéticas y más actuales. Uno de los aspectos más llamativos del futurismo es, en suma, lo veleidoso, que se enmascara de triunfalismo para rechazar el mito de la derrota propio de cierto romanticismo y del decadentismo. Los futuristas cultivan, por el contrario, el mito de la victoria: victorias tal vez ficticias, coronadas no por una gloria aristocrática y solitaria (como en D'Annunzio), sino por el escándalo en los cafés, en la calle, en las salas de conferencias.

De todos modos el futurismo fue, una escuela de polémica y de moral; y si usó con eficacia la técnica publicitaria, admitiéndola de golpe en la expresión artística, lo hizo con una finalidad básicamente pedagógica. Pero ello no impidió a los futuristas transformar, con el tiempo, los temas iniciales de la máquina, la velocidad, la técnica en exaltación de la violencia, del imperialismo, de la guerra, «higiene del mundo», y, por lo menos con Marinetti, del fascismo.

En el ámbito literario, el futurismo italiano tuvo sus mejores exponentes, además de en Marinetti, en A. Palazzeschi, C. Govoni y A. Soffici; pero los resultados más importantes del movimiento se alcanzaron, probablemente, en el campo de las artes figurativas, con la introducción (sobre todo por obra de Boccioni) de un nuevo sentido del espacio que tuvo consecuencias importantes en la vanguardia europea contemporánea y posterior: cubismo, dadaísmo, surrealismo.

El Manifiesto Futurista

Fue el texto que configuró las bases del movimiento futurista escrito por el poeta Italiano Filippo Tommaso Marinetti acabando 1908 y publicado en Le Figaro en Francia, 1909.

La publicación de este manifiesto supone la inauguración del movimiento futurista. 

El manifiesto es una nítida captura de la evolución cultural italiana al comienzo del siglo XX y muestra cómo parte de la vanguardia intelectual con el paso de los años habría contribuido al nacimiento del fascismo, haciendo referencia al futuro.


Contenido:
  1. Queremos cantar el amor al peligro, al hábito de la energía y a la temeridad.
  2. El coraje, la audacia y la rebeldía serán elementos esenciales de nuestra poesía.
  3. La pintura y el arte ha magnificado hasta hoy la inmovilidad del pensamiento, el éxtasis y el sueño, nosotros queremos exaltar el movimiento agresivo, el insomnio febril, la carrera, el salto mortal, la bofetada y el puñetazo.
  4. Afirmamos que el esplendor del mundo se ha enriquecido con una belleza nueva: la belleza de la velocidad. Un coche de carreras con su capó adornado con grandes tubos parecidos a serpientes de aliento explosivo... un automóvil rugiente que parece que corre sobre la metralla es más bello que la Victoria de Samotracia.
  5. Queremos alabar al hombre que tiene el volante, cuya lanza ideal atraviesa la Tierra, lanzada ella misma por el circuito de su órbita.
  6. Hace falta que el poeta se prodigue con ardor, fausto y esplendor para aumentar el entusiástico fervor de los elementos primordiales.
  7. No hay belleza sino en la lucha. Ninguna obra de arte sin carácter agresivo puede ser considerada una obra maestra. La pintura ha de ser concebida como un asalto violento contra las fuerzas desconocidas, para reducirlas a postrarse delante del hombre.
  8. ¡Estamos sobre el promontorio más elevado de los siglos! ¿Por qué deberíamos protegernos si pretendemos derribar las misteriosas puertas del Imposible? El Tiempo y el Espacio morirán mañana. Vivimos ya en lo absoluto porque ya hemos creado la eterna velocidad omnipresente.
  9. Queremos glorificar la guerra - única higiene del mundo-, el militarismo, el patriotismo, el gesto destructor de los anarquistas, las ideas por las cuales se muere y el desprecio por la mujer. 
  10. Queremos destruir los museos, las bibliotecas, las academias variadas y combatir el moralismo, el feminismo y todas las demás cobardías oportunistas y utilitarias. 
  11. Cantaremos a las grandes multitudes que el trabajo agita, por el placer o por la revuelta: cantaremos a las mareas multicolores y polifónicas de las revoluciones en las capitales modernas; cantaremos al febril fervor nocturno de los arsenales y de los astilleros incendiados por violentas lunas eléctricas; a las estaciones ávidas devoradoras de serpientes que humean, en las fábricas colgadas en las nubes por los hilos de sus humaredas; en los puentes parecidos a gimnastas gigantes que salvan los ríos brillando al sol como cuchillos centelleantes; en los barcos de vapor

Es desde Italia donde lanzaremos al mundo este manifiesto nuestro de violencia atropelladora e aventureros que huelen el horizonte, en las locomotoras de pecho ancho que pisan los raíles como enormes caballos de acero embridados de tubos y al vuelo resbaladizo de los aviones cuya hélice cruje al viento como una bandera y parece que aplauda como una loca demasiado entusiasta.incendiaria, con el cual fundamos hoy el "futurismo", porque queremos liberar este país de su fétida gangrena de profesores, de arqueólogos, de cicerones y de anticuarios.

Ya durante demasiado tiempo Italia ha sido un mercado de antiguallas. Nosotros queremos liberarla de los innumerables museos que la cubren toda de cementerios innumerables.

Filippo (caretula) Tommaso Marinetti, "Le Figaro", 20 de febrero de 1909.

Filippo Tommaso Marinetti


Nació en Alejandria Egipto, el 22 de diciembre de 1876. Fue un ideólogo, poetay editor italiano del siglo XX, y fundador del movimiento futurista.

Estudió, además de en su ciudad natal, en París, donde terminó el bachillerato. Se licenció en Derecho en 1899 en la Universidad de Pavía. Escribió algunos libros de poesía en francés, en los que utiliza el verso libre y desarrolla la mística del superhombre, inspirada en el poeta Gabriele D'Annunzio.

Su poema Les vieux marins ('Los viejos marinos') fue celebrado y divulgado por los poetas Catulle Mendés y Gustave Kahn. En 1898 Marinetti comenzó a publicar en varias revistas poemas de corte simbolista. Escribió también en francés la obra teatral Le roi Bombance.

En 1909 publicó en el periódico francés Le Figaro el Manifiesto del Futurismo, y en 1910, en el mismo diario, el segundo manifiesto. Es de notar que para Marinetti el manifiesto fue un género literario original; tanto es así que la crítica considera sus manifiestos entre sus mejores obras. Desarrolló la literatura futurista en numerosos ensayos y poemas, en su novela Mafarka il futurista (1910), y en obras teatrales «sintéticas», de carácter experimental, entre la que destaca Zang Tumb Tumb (1914). En 1905 fundó en Milán, en colaboración con el autor Sem Benelli, la revista Poesia. En una de sus primeras obras teatrales, Elettricità sessuale (1909), aparecieron los robots —obviamente, con otra denominación—, diez años antes de que el novelista checo Karel Čapekinventase la palabra «robot».

Como «jefe» del movimiento futurista intervino en numerosas obras, antologías, tomas de posición, entre otras. Hacia 1920, cuando el futurismo era ya un fenómeno del pasado y aparecían en Europa nuevos movimientos vanguardistas, Marinetti comenzó a mostrar simpatías por el fascismo.

Llegó a ser miembro de la Academia de Italia, fundada por los fascistas. y se convirtió en el poeta oficial del régimen de Mussolini, al que fue fiel hasta los tiempos de la República de Saló. Murió en Bellagio, Como, el 2 de diciembre de 1944.